lunes, 18 de agosto de 2008

El Muro, by Marlen Haushofer


Reconozco que cuando le pedí un libro a mi hermano para una de mis escapadas de fin de semana (que, por un lado son múltiples y, por el otro, se suelen nutrir de su buen gusto literario, ya que él viene siendo mi bibliotecario particular, y su casa, mi fuente inagotable de buenas lecturas gratuitas), y me recomendó éste, me dio u na pereza infinita. Por un lado, la edición era bastante patillera, y no es q te animase a su lectura, y por el otro... Bueno, era un título desconocido y de una autora desconocida. Llamadme lo que queráis, pero tengo que reconocer que postergué su lectura (antes vinieron tres o cuatro libros más).

Por suerte, y porque sé que el 99.9% de lo que me recomienda él me gusta, no lo deseché por completo, y hace cosa de una semana, decidí que había llegado el momento de hincarle el diente. Gran decisión la mía.

El Muro es un libro sencillo y turbador. Es un libro de fantasía y de profunda realidad. Es un libro sobre la belleza y el horror. Es un libro de verdades, de grandes verdades, de desesperadas verdades.

Narrado sin grandes fuegos de artificio, consigue que nos sumerjamos en él, en la historia que nos cuenta, de una manera total y absoluta, sin reticencias ni sin control. Hay veces en que sientes que Lince camina junto a ti, que puedes oler la leche de Bella, que el cansancio también le afecta a tus piernas. La fusión de la protagonista con el lector es exquisita.

Me fascina el tema. Todos los temas del libro: el amor, la soledad, la sociedad, la aceptación, la supervivencia, la relación con los animales, el papel del ser humano (el único ser humano que aparece en la novela, a parte de la protagonista, lo hace para trael el mal. la muerte. la desolación), la naturaleza, la supervivencia...

A mí, que no soy una gran amante de los animales (sé lo mal que queda decir esto, pero es así... los chuchos no me gustan porque huelen mal, las vacas atraen a las moscas, los pajarracos me dan grima, con esos picos y esas garras, y además la mayoría llevan pulgas y garrapatas y no sé cuántas cosas más, aunque estén limpios... menos los gatos. esos sí, a esos los adoro), me ha conmovido profundamente la relación que se establece entre esta mujer, quién sabe si más aislada en su rincón del mundo, tras el muro, o en la sociedad de la que procede, y sus bestias. Es conmovedora. No hay egoísmo. No hay pertenencia. Sólo amor, y libertad. Profundo respeto. Dolor, cuando lo inevitable se hace realidad. Rabia, también.

El proceso de la protagonista es apasionante también. Por un lado, fluctúa. Ahora avanza, ahora retrocede. Porque la vida es así. Porque uno ve cosas, y luego las deja de ver, y luego vuelve a darse cuenta. Porque hoy estamos tristes y mañana contentos, y no hay que avergonzarse de ello. Porque nadie es perfecto, gracias a los astros. Y por otro lado, la manera en que sobrevive (no sólo físicamente, que también, sino a nivel emocional, humano) es muy emocionante. Porque yo la entiendo, la comprendo, la admiro, la respeto.

RECOMENDACIÓN. En mayúsculas.

martes, 12 de agosto de 2008

Una Buena Idea, de Antonio Álamo

Este libro me deja un regusto entre dulce y amargo en el paladar. ¿Me ha gustado? Sí. ¿Es un buen libro? No lo sé. ¿Lo recomendaría? Quizás. ¿Pasará a formar parte de los elegidos en la historia de la literatura? No.

El planteamiento es original. Güili Gutiérrez, un niño de unos doce años, recibe un regalo de su hermana: un diario en el que escribir su vida. Güili, que es un escritor sin atisbo de duda, decide que, a falta de una buena idea mejor (al estilo kafka, con su hombre convirtiéndose en bicho peludo y asqueroso, un poco como uno de los tantos novios de su hermana), su vida es lo que tiene más a mano. Así que, con una mezcla de estilos de lo más variopinta, nos describe su día a día, desolador en ocasiones, apasionante en otras.

Lo mejor del libro radica, precisamente aquí. En la acidez de la mirada inocente del niño. En el desenmascarar a la sociedad, a la comunidad literaria petulante y cerrada, en el reirse de todo aunque lo que haya debajo sea una profunda tristeza, en el no entender nada pero entenderlo todo, en el poner en evidencia lo que nadie pone (ya se sabe, los borrachos y los niños... ), en el jugar con el lenguaje y pensarse que por poner palabras cultas, el libro está escrito...

Sin embargo, aquí mismo llega lo peor del libro tb. A veces, se le va la mano. A veces descubres que no es Güili quien narra, sino Álamo (por cierto, ¡¡qué guapo es el jodío!!), y eso sí que no, embustes no.

No sé, gente. Si no tenéis nada mejor, yo me lo leería, pq es digno y curioso. Y sino, pues oye... Una obra maestra de la literatura contemporánea tampoco os estáis perdiendo!!

Sinopsis: Dicen que los niños, con esa mezcla de inocencia y perversidad, se permiten el lujo de cantar siempre las verdades que no se podrían oír en boca de sus mayores. Antonio Álamo se vale de la voz de un chaval para arremeter de forma irreverente y mordaz contra los adultos y su mundo.
Güili es un niño aspirante a escritor, cuyo principal objetivo -mientras espera la idea genial para la novela que lo lanzará a la fama- es el de escribir más de dos páginas al día, sin puntos y aparte como su idolatrado Franz Kafka. Así, cualquier suceso, opinión o pensamiento que pasa por la cabeza de Güili, es escrupulosamente anotado: la crisis familiar, su tierno despertar sexual, los juegos amorosos de su hermana Lila y hasta la muerte desfilan desordenadamente por los ojos de un niño curioso y ávido de conocimiento.
Extraordinaria muestra del talento de Antonio Álamo para el manejo del lenguaje y de las voces de los distintos personajes, Una buena idea es una divertida novela de aprendizaje sobre el paso de la infancia a la adolescencia.

lunes, 11 de agosto de 2008

24h en la Vida de Una Mujer, de Stefan Zweig


Estoy hecha un pendón cervecero, como mi compi Inés, y tengo esto más abandonado que abandonado... Aprovecho hoy que me han cerrado el fotolog (supongo q alguien sabrá por qué...) para actualizar este santo blog, que desde "Últimas Tardes con Teresa" a día de hoy, ya han caído tres libros enteritos, a saber: Los Detectives Salvajes (de R. Bolaño), Una Buena Idea (de A. Álamo) y el que hoy me ocupa, "24h en la Vida de Una Mujer" (de un grande entre los grandes).

A mí las novelas de Stefan Zweig (quien sepa cómo se pronuncia su apellido, que tire la primera piedra) siempre me dejan con la boca abierta. Su poder de narración y de sugestión, así como de encantamiento, es infinito.

Carta a una Desconocida (quien no lo haya hecho ya, que la lea, y luego vea la magistral adaptación del maestro Max Ophüls para el cine), Impaciencia del Corazón o, incluso, sus ensayos, nos llevan por unos vericuetos morales e íntimos a los que muy pocos escritores son capaces de llegar.

Con la mente y el alma de la persona como principal, y casi única, protagonista, Zweig se erige como narrador en boca de quien narra (le encanta la primera persona, como a mí. No le gusta ser omniscente, prefiere tomar parte). No le tiembla el pulso para poner sobre la mesa todos los prejuicios morales de la época, aquellos que intentaban acallar y satanizar las pasiones humanas, fueran cuales fuesen (pasión, como en este libro, amor en Carta a una Desconocida, compasión en Impaciencia del Corazón)...

Pero, a su vez, Zweig no puede, ni quiere, hacer oídos sordos a dichas restricciones, al momento y el lugar en el que está escribiendo, a las convenciones sociales y morales de una época en la que la paz y el vive y deja vivir eran impensables, y somete a sus personajes a dicha sociedad, a su martillo, a su guadaña.

Los finales de sus novelas nos devastan, siempre. Porque no es magnánimo, porque no les dice a sus personajes que todo va a salir bien, que si ellos son libres, la sociedad los hará libres, porque él sabe que no es así, y nosotros también. Porque es más realista que los realistas, pese a haber sido considerado siempre un romántico. Y por eso me gusta a mí, porque tiene más de Dostoievsky y de Bukowsky que del siempre pelmazo y edulcorado Goethe (perdónenme quienes lo admira, pero es que a mí me aburre soberanamente).

Si no has leido nada de él, hazlo. Te dice la noemozica que no te arrepentirás. Palabra de mozica.