lunes, 18 de mayo de 2009

La Senda del Perdedor, by Charles Bukowski


Casi un año sin escribir ni una sola línea en este blog. Vergüenza me da. Bueno, en realidad... No. Si no he escrito, ha sido porque no he querido, porque he estado ocupada y/o porque me daba una pereza boniqueta.

Leer, por supuesto, he seguido leyendo. Eso nunca para. Faulkner, Sweig, Fante, Kovacsics, Joyce, Bolaño y algún otro han ocupado el espacio que en mi mesita siempre existe para que descansen los libros durante el día y sean "devorados" durante la noche.

Me atrevo hoy con un libro que nadie que se precie de ser un lector debería dejar fuera de sus 5 títulos favoritos. Me atrevo con reparos, porque es una responsabilidad hablar de él hasta en un blog que no lee practicamente nadie. Porque las obras maestras se deben tratar como tales, sea cual sea el lugar, el tiempo y el momento. Porque para mí Bukowski es dios. DIOS. Porque si en algo creo es en la gente directa, en la gente que escribe bien, en la gente que dice las cosas sin rodeos, y sin pelos en la lengua. En la que no se recrea en el dolor, la mierda, la miseria o la degradación humana, pero tampoco las evita. En la que no juzga, porque entre otras cosas jamás aceptaría ser juzgada (faltaría más!!). En la que dice esto es lo que hay, y si te gusta bien, y sino ahí tienes la puerta, la papelera, un mechero o un water en el que utilizarme como papel.

La Senda del Perdedor es de esos libros que no olvidas nunca. Y cuando digo nunca, es nunca. Porque ser hijo de los Chinasky, vivir en el barrio que vive Henry, tener la cara que tiene, los granos que lo adornan, y la inteligencia suficiente para darse cuenta de su mierda de vida y de familia y de todo, no es algo que nadie envidie, pero tampoco que nadie olvide. Nunca.

Y no digo más, porque seguro que digo menos. Asi que si te interesa, te lo lees. Pues eso.