miércoles, 17 de febrero de 2010

Los Detectives Salvajes, by Roberto Bolaño



La primera vez que oí el nombre Roberto Bolaño fue en clase de Documental. Un compañero, Jaume, que vivía en Blanes pretendía hacer un documental sobre él. Lo rodó, lo montó, y lo mostró en clase. Me quedé prendada.
Años más tarde, mi hermano me regaló este libro. Y flipé. En colores, como se suele decir.
No voy a entrar a analizarlo, o a hacer una crítica literaria al uso, básicamente, porque no me siento capacitada. Es un libro tan vasto, tan amplio, tan completo, tan complicado y tan sencillo a la vez, que me siento completamente incapaz de intentar abarcar, si quiera por un momento, su inmensidad. Creo que su lugar en la historia todavía está por alcanzarse. De la misma manera que llevó su tiempo que la humanidad reconociese el valor de La Ilíada, El Quijote, El Ulises y alguna que otra novela más, llegará el día en el que se hable de Los Detectives Salvajes en los institutos... O eso espero.
Entre otras cosas, la novela es un ejercicio documental de una época, de un país, y de unas gentes que ya no son. Es metaliteratura en estado puro. Es la caza y captura del mcguffin de Welles, aquí encarnado por Cesárea Tinajero, esa búsqueda incansable e imposible que guía a quien, en cada momento, protagoniza las cienes y cienes de páginas que conforman el libro. Es crónica, e imaginación. Es una gran novela, que habla de sentimientos, y de sensaciones, y de viajes cósmicos, y de hambre, y de amor, y de decepciones, y de alegrías, y de amistad, y de cualquier cosa que forme parte del ser humano... Y hasta de las que no.
Gracias por el libro, V!!

viernes, 5 de febrero de 2010

La Karcoma


Yo tengo un hermano que escribe. A ver, todos tenemos hermanos que escriben, si es que gozamos de la suerte de no ser hijos únicos, y de que quien comparte padres contigo sea de sexo masculino.

Pero es que yo tengo un hermano que escribe cuentos, la mar de bien, he de añadir.

Y mi hermano tiene amigos. Algo completamente natural, también. Y pobre del que no los tenga. La peculiaridad es que estos amigos (y amigas, para los amantes de repetir todas las palabras en masculino y femenino para que nadie se sienta herido y bla, bla, bla), también escriben cuentos. Unos (paso de poner unas... qué pereza, oigan) la mar de bien. Otros todavía mejor. Y algunos un poco peor, no nos engañemos.

Y últimamente he estado visitando mucho su blog. Y cada vez me gusta más. Y me lo paso genial, buceando por sus textos, por sus historias, unas breves y otras no tanto. Me gusta ir cambiando de autor... Vicente, María, Rosana, Vicenç, Lola, Marcos, Natalia, Mónica... Todos tienen su estilo, su firma, ese punto que reconoces al momento, sin duda alguna. Su encanto. Daros una vuelta, y bucead en sus mundos, que a buen seguro os acabará atrapando... Al menos, alguno!!

Como a mí me mola la marcha, y soy de mojarme, confesaré que mis preferidos son los textos de María, Vicente y Rosana... En este orden... ¿¿Me cuentas a quién prefieres tú??

Y además, tienen un libro... Y sacan otro pronto... Así que, ¡¡al loro!!

lunes, 11 de enero de 2010


No leo mucho, últimamente. Ando inquieta, con mariposas malas en el estómago y nervios a punto de ser vomitados. Me da asco la comida y tengo ganas de gritar demasiado a menudo. Quiero expresar. Expresar con dibujos, con frases, con canciones... pero, desgraciadamente, no nací artista. Nunca lo he sido. Consumidora, como mucho. Habrá que conformarse.
En la mesita de noche está "En el Camino", de Kerouac a medio leer. También "Guerra y Lenguaje", de Adan Kovacsics. En cola, "El Aleph", de Borges, "La Insoportable Levedad del Ser", de Kundera, y un libro de cuentos de Raymond Chandler. Lo mejor de no leer es la excitación que sientes al pensar en todo lo que te queda por delante, en lo bien que lo vas a pasar cuando te vuelvan las ganas, en que tu futura sed de letras tardará mucho en ser colmada, en que hermosas, retorcidas y misteriosas palabras esperan tu despertar... y lo habrá, a dios (o a quien sea) pongo por testigo que volveré a leer como en mis épocas más doradas y brillantes. Que las historias de caballeros de brillante armadura, de perdedores sin remedio, de católicos pobres, de prostitutas tiernas y de hombres en metamorfosis volverán a llenar mis sueños.